Conversaba con una querida paciente hace unos días, y en la charla surgió este tema, de vivir la rutina siendo concientes.
¿Concientes de qué? Pues de cada cosa que estoy haciendo. Si estoy escribiendo, ser conciente de cada palabra, de cada frase, de las teclas incluso.
Con ese ejercicio va a llegar un estado imperceptible al comienzo, pero luego, con la práctica cada vez más claro, de CONCIENCIA. Ya la rutina no va a ser sólo un automático, sino un espacio de MEDITACIÓN ACTIVA.
Hay una frase maravillosa de Esther Hicks : “estar en el mundo, pero no ser el mundo”.
Seguramente hay que levantarse, trabajar, cocinar, hacer las compras, si hay niños, atenderlos, etc. Pero que cada acto en este mundo, en esta línea de tiempo, en esta realidad, no sea el obstáculo para encontrarte, para alienarte y estar en modo autómata.
Vivir el proceso de cada acto para ganarle a la inercia de la automatización de la 3D. Aprovechar para dejarse bañar por los miles de milagros que cada día trae.
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