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Decimos que el SER del que hemos nacido necesita crecer y recoger experiencias, aunque necesitar no es un verbo correcto. No se necesita nada. Pero se desea experimentar, se desea conocer y se desea crecer. Es una fuerza innata en toda la creación y presente en todos nosotros el avanzar hacia algo superior. 

Así que, para experimentar y conocer la creación, el SER se proyecta en tantas porciones de sí mismo como considere necesario, en tantos planos de la creación como su curiosidad y potencial le permita. Pero para poder gestionar y guiar a todas esas proyecciones, el SER proyecta una parte de sí mismo que denominamos el Yo Superior. Este Yo Superior actúa como la parte del SER que coordina todas esas proyecciones, y este Yo Superior se sitúa en el nivel evolutivo que llamamos sexta densidad, dentro de la estructura de nuestra galaxia.

A partir de aquí, es el Yo Superior quien actúa como repositorio de toda la información que se recoge, en todas las experiencias que las diferentes partes del SER están teniendo, y el SER las absorbe y las integra en sí mismo, creciendo, aprendiendo y evolucionando gracias al trabajo que todas sus proyecciones realizan en planos físicos y no físicos, en diferentes razas, grupos, planetas, sistemas solares, niveles evolutivos y jerarquías por cualquier parte de la Creación.

Puesto que estamos siempre conectados con nuestro Yo Superior, siempre estamos en disposición de poder hacer lecturas para pedir y bajar información de cualquier cosa que nosotros mismos tenemos almacenadas en otra parte del ser multidimensional que somos. 

Toda la estructura de la Creación está dividida en niveles evolutivos, hay quien les llama dimensiones o densidades. Estos niveles evolutivos están ordenados en “octavas”, grupos de siete niveles, de los cuales,existen infinitos hacia “arriba”, e infinitos hacia “abajo”.

Nosotros en estos momentos existimos en el tercer nivel (nivel evolutivo) de una octava indeterminada, y vamos pronto a pasar a lo que llamamos cuarta densidad, luego a una quinta, a una sexta, etc. Cuando llegamos al final de la octava, al final de la séptima densidad, se produce una “reintegración” con la Fuente para empezar de nuevo en la primera densidad de una octava evolutiva superior. Sin embargo, dentro de cada octava, hay niveles específicos desde donde se puede supervisar todo el trabajo que ese espíritu hace en esa octava. Por eso, el punto de “control”, monitorización y supervisión del trabajo evolutivo de esta octava (quizás también de las otras) se hace desde el nivel evolutivo que llamamos la sexta densidad.  

¿Cuál es entonces la función de este Yo Superior 6D? La de “coordinación” y “supervisión”, en todos los sentidos, pero sin ninguna intromisión en el libre albedrio de lo que podríamos llamar “su yo encarnado en el tercer nivel”, es decir, nosotros, el espíritu o ser que somos dentro de este cuerpo físico. Para nosotros, y en lo que dura toda nuestra encarnación, el Yo Superior no es sino la porción del ser que somos que se mantiene “estáticamente” en un plano frecuencial correspondiente a nivel que llamamos sexta densidad, en los niveles superiores de la misma. 

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